Aranjuez

El Real Sitio y Villa de Aranjuez fue declarada Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad en 2001. Fue ciudad de reyes y nobles, desde los Austrias hasta los Borbones tenían por costumbre trasladar la corte de sitio según la estación del año en la que se encontraran, pasaban el verano en El Escorial, el otoño en La Granja, el invierno entre Madrid y El Pardo y la primavera en Aranjuez. Lo cual es bastante comprensible cuando, nada más llegar a esta villa, nos recibe con un agradable clima y con un colorido inusual en esta época del año, el otoño. Porque si ahora podemos disfrutar de esta variedad de flores, es fácil imaginar la profusión de colores en la primavera de Aranjuez.



El gran apogeo de Aranjuez llegó en el siglo XVIII, bajo la monarquía de los Borbones. Felipe V que se había criado en Francia, decidió que dos de sus palacios, el de La Granja y el de Aranjuez, imitaran a los palacios franceses, es por eso que al contemplar estos hermosos jardines me vienen a la memoria, por su semejanza, los del Palacio de Versalles.


Felipe II encarga en 1561 a Juan Bautista de Toledo la construcción del Palacio Real como lugar de recreo, sobre los terrenos de una antigua residencia de la Orden de Santiago, obras que posteriormente continuaría Juan de Herrera. En su estilo destaca el clasicismo de los Austrias, el edificio está construido con alternancia de piedra blanca y ladrillo.


Después de cuatro siglos de uso y dos dinastías reinantes, este majestuoso palacio se abre al visitante para mostrar, como si de un museo se tratara, sus asombrosas estancias, las cuales no está permitido fotografiar por lo que tendremos que guardar su recuerdo en nuestra memoria.
Las estancias con mayor interés se encuentran en la planta alta, a la que se accede por una impresionante escalera coronada por una maravillosa lámpara de bronce dorado y cristal, de estilo imperio
Merece la pena visitar la Cámara de la Reina, el Oratorio, el Salón del Trono, el Salón de Baile y sobre todo el Gabinete de Porcelana, obra de la fábrica de porcelanas del Buen Retiro de Madrid, encargada por Carlos III, de estilo rococó, con motivos chinescos. Pero, sin duda, una de las salas más sorprendentes del palacio es el Gabinete árabe o Salón de fumar, sala realizada para la reina Isabel II, decorada con una fantasía árabe a base de mocárabes, similar a los interiores de la Alhambra de Granada, obra de Rafael Contreras Muñoz. 


En los exteriores del palacio se respira un clima romántico, con unas vistas fantásticas al río Tajo, que es el otro protagonista de esta ciudad, o tal vez haya que decir, el primero, ya que en realidad así fue. Las orillas del río y los jardines son punto de encuentro para visitantes y lugareños, personas de todas las edades, parejas, grupos de amigos, recién casados y abuelos con sus nietos se acercan hasta aquí para disfrutar de una relajada tarde y de paso, dar de comer a los graciosos habitantes del río, los patos, que son la diversión de los niños. Gracias a este caudaloso río Aranjuez es un vergel, lleno de frondosos árboles, ricas huertas y hermosos jardines, el agua es el alma de Aranjuez.




El gran escritor José Luis Sampedro proyectó la imagen de la ciudad en sus novelas "El río que nos lleva" y "Real Sitio". También el maestro Joaquín Rodrigo escribió el primer concierto para guitarra y orquesta, inspirado en los jardines del Palacio Real, lo describe como "la captura de la fragancia de las magnolias, el canto de los pájaros y el chorro de las fuentes de los jardines de Aranjuez".


Entre las monumentales fuentes de piedra, plomo y bronce que refrescan los jardines con sus chorros y cascadas, nos encontramos en el Jardín del Parterre con la diosa Ceres, diosa de la mitología romana protectora de la agricultura, que cumple muy bien su papel, como así lo demuestra la fertilidad de la amplia vega formada por el Tajo y el Jarama, cuyas huertas permiten unos cultivos de gran calidad.
En la imagen inferior la fuente de las Nereidas, otras son la de Hércules y Anteo, la de Neptuno, de Narciso, de Apolo... Es evidente la atracción por la cultura clásica de los antiguos monarcas, o al menos de aquellos que diseñaron estos jardines.




Los Jardines de Aranjuez representan un inmenso espacio en el que el arte y la naturaleza se han unido para crear un paisaje en armonía, lleno de árboles centenarios, fuentes, flores y esculturas que transmiten sensaciones y emociones en las cuatro estaciones del año. Además del Jardín del Parterre, en la parte posterior del Palacio, está el Jardín de la Isla, considerado como el más importante de la época de los Austrias y el extenso Jardín del Príncipe con sus ciento cincuenta hectáreas, que posee una gran variedad de árboles, fuentes, estanques y monumentos arquitectónicos como la Casa del Labrador.


El casco histórico fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1984, por su singular trazado y la uniformidad de estilo. Es obligación de los gobernantes mantener y cuidar este magnífico legado, que en ocasiones se ve afectado por las inclemencias y el paso del tiempo.
En la imagen inferior la Plaza de San Antonio o Plaza de la Mariblanca, de 18.000 metros cuadrados, rodeada de una doble hilera de árboles, con la Real Capilla de San Antonio al fondo. Es de estilo barroco, fue diseñada por Bonavía en 1750, durante el reinado de Fernando VI.


En el lateral occidental de esta plaza se encuentran  la Casa de los Oficios del siglo XVII y la Casa de los Caballeros del XVIII. Son edificios porticados que se construyeron para alojar a los servidores y visitantes de la Corte, fueron diseñados por Juan de Herrera y Juan de Villanueva.


Entre otros edificios de interés de la ciudad, un poco más alejados del centro, destaca la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias, patrona de Aranjuez, que fue la antigua iglesia de Alpajés, un poblado medieval más antiguo que Aranjuez y que fue absorbido por éste. Fue la primera construcción religiosa del Real Sitio, en 1681, es de arquitectura clasicista, los materiales empleados fueron ladrillo visto y piedra blanca de Colmenar, en la fachada destaca el escudo de Carlos II con el Toisón.

Iglesia de Alpajés

Después aparece el Convento de San Pascual, mandado construir por Carlos III, obra realizada por el arquitecto Francesco Sabatini, en el siglo XVIII. Es de estilo clasicista, con fachada neoclásica rematada por dos torres.
Convento de San Pascual
A tres kilómetros de la ciudad, dignos de recorrer por su paisaje bucólico bordeado de altísimos árboles, como si de un largo corredor se tratara, un emocionante trayecto nos lleva hasta El Real Cortijo de San Isidro, un pequeño poblado creado en época de Carlos III. Lo componen varias dependencias y un amplio terreno de cultivo. De este real cortijo quedan los edificios principales, la Casa Grande, las Bodegas, la cueva y la Capilla. La iglesia es de estilo neoclásico, estaba dedicada a San Isidro y fue consagrada en 1789.


                                   
Capilla de San Isidro

                                           


Bodegas de Carlos III
Cuando llega el momento de abandonar Aranjuez es inevitable el deseo de volver algún día, si es posible en primavera y respirar de nuevo ese ambiente romántico en sus jardines y paseos a la orilla del Tajo.

Más información en:
www.aranjuez.com
www.patrimonionacional.es

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